El Ayuntamiento de Basauri ha declarado la ruina física inminente de los números 7 y 8 del barrio de Zubialdea ante los daños estructurales y funcionales de los inmuebles, que amenazan su estabilidad y ponen en peligro la seguridad pública y la vida de las personas que pudieran habitar ocasionalmente en ellos, y requiere a los propietarios que procedan a derribarlos en un plazo máximo de un mes.
La inspección llevada a cabo por los técnicos municipales en el edificio doble tras haberse producido un incendio en el número 8 ha constatado que la situación estructural del inmueble incendiado y la de su colindante por el norte- el número 7- resulta más que preocupante, pues ambos bloques presentan daños estructurales y funcionales tan importantes que hacen peligrar su estabilidad, y consiguientemente la vida de las personas que pudieran habitar ocasionalmente en tales edificios. Construido en 1895 y deshabitado desde hace unos 40 años, el número 7, según los técnicos municipales, presenta un estado de conservación “pésimo”. Dado su estado de absoluta ruina -se ha derrumbado la escalera de acceso desde el portal de fachada este a la primera planta del inmueble-, no se han podido visitar las plantas superiores, pero su planta baja y sus plantas de semisótano y sótano tienen lesiones estructurales importantes con pérdidas de pilares y vigas, lo que ha ocasionado derrumbes de tabiquería, techos y suelos. Uno de los balcones amenaza con desprenderse sobre el río Nervión en cualquier momento y también se observan corrimientos y pérdidas de tejas, evidenciando lesiones estructurales y humedades por penetración de aguas pluviales, lo que incrementa las graves patologías que presenta el edificio. Además, el alero de fachada oeste prácticamente ha desaparecido, no hay canalones y faltan tramos de bajantes de pluviales. Este edificio alberga en su fachada norte un antiguo letrero con la palabra “Basauri”, que los responsables municipales harán todo lo posible por recuperar a lo largo del proceso de derribo.
En cuanto al estado de conservación del inmueble número 8 -que fue construido también en 1895, posiblemente a la vez que el colindante-, los deterioros en el esqueleto del edificio son también muy serios, centrados fundamentalmente en la fachada oeste, y que han provocado la caída de una parte de los miradores del cuerpo de aseos de las viviendas y el agrietamiento de toda su fachada. También se han detectado importantes grietas en los muros de fachadas sur y este, con rotura de dinteles y alféizares de ventanas, y se ha observado una importante grieta a 45º en el portal de acceso al edificio, que evidencia graves problemas en esta parte del edificio. “La cubierta del inmueble tiene importantes lesiones, el alero de su fachada oeste ha desaparecido en varios tramos, el tejado presenta corrimientos y pérdidas del material cerámico de cobertura y la escalera de madera tiene igualmente graves defectos por pudrición de elementos leñosos. Y, en definitiva, todas las viviendas del edificio presentan lesiones en mayor o menor medida que las hacen inhabitables”, señala el informe técnico.
No obstante, las partes exteriores de ambos edificios que amenazan con desplomarse de manera más inmediata corresponden a las fachadas oeste y norte, que no colindan con vías públicas sino con terreno propio y con el río Nervión, por lo que aparentemente no existe riesgo inminente para los viandantes que circulan por las inmediaciones, pero sí lo hay para sus ocupantes. El edificio número 8 se encuentra mayoritariamente desocupado, a excepción de la vivienda 4º derecha y de otras que son eventualmente utilizadas por ocupantes ilegales. Antes de proceder a su derribo, el citado inquilino deberá desalojar la vivienda que tiene alquilada a los propietarios del inmueble y, siempre que sea su voluntad y de cara a colaborar en la mejor resolución del proceso, el Ayuntamiento instará a Gobierno Vasco a que le facilite la entrada en algún programa de alquiler de viviendas con contratos asequibles.
Una vez se desalojen los edificios, la Policía Municipal procederá a clausurar y precintar los accesos y los someterá a vigilancia para evitar nuevas intrusiones y marcará con cintas los alrededores, de forma que se haga evidente para el peatón la existencia de un peligro potencial. A partir de entonces los propietarios dispondrán de un mes para ejecutar el derribo y desescombro de los edificios.
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